martes, 26 de octubre de 2010

Medias mojadas

Todavía está oscuro afuera y la luz amarilla del poste de electricidad entra a través de las cortinas de mi habitación. Abro por un segundo los ojos y el ambiente silencioso me invita a seguir soñando, sin embargo, en ese instante suena a todo volumen una canción que no logro identificar y de mala manera, apago el despertador.

Con los ojos cerrados camino hasta el baño; el agua caliente que cae sobre mi cuerpo no soluciona mi situación. “Tengo que bañarme con agua fría, así me despierto”. Todos los días pienso lo mismo pero todavía no he encontrado las agallas para hacerlo.

Una vez lista, encuentro mi motivación para ir a trabajar, abro la puerta y todos mis ánimos caen. Esta lloviendo, igual que el día anterior y el día antes de este.

Agarro la sombrilla, recojo mis ánimos del suelo y salgo de mi casa lista para emprender la travesía que me empapará hasta el alma.

Para cruzar la calle ya no es necesario fijarse a ambos lados si viene algún auto que atente contra mi vida, ahora hay que esperar a que la cabeza de agua que viene bajando pase y la corriente se calme, aguantar la respiración y sumergirse en ese río urbano.

Atravieso nadando el recién formado Reventazón y al mismo instante voy pensado que sería mas útil una balsa que una sombrilla.

Mientras espero bajo el insignificante techo de la parada de autobuses miro al suelo y la alcantarilla se convirtió en una catarata; el agua cae al oscuro y sucio abismo hasta que se llena y rebalsa, devolviendo las botellas, bolsas y basura que ahora flotarán río abajo hasta encontrar un nuevo acantilado al cual caer.

El autobús se transformó en un buque que atraviesa las calles, ahora mares, para recoger de puerto en puerto a los amargados y mojados ocupantes de sus fríos asientos.

Un gran poncho impermeable, con una pequeña señora adentro, bota su basura por la ventana y yo tristemente miro hacia afuera el agua que corre y las botellas que flotan son sus peces.
Siento frío, cucarachas en mis pies, son mis medias mojadas que me acompañaran el resto del día.

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