miércoles, 16 de junio de 2010

No se trata de andar de la mano, trata de derechos humanos

En nuestra querida Costa Rica, ciertos temas abarcan los medios de comunicación por cierto tiempo y con el pasar de los días ahí mueren; la gente se aburre de oír hablar sobre ellos y dejan de ser interesantes.

No quería convertirme en una de las muchas personas en escribir al respecto, pero después de leer tantos artículos de opinión, comentarios y posiciones de la gente, mi instinto no me permite quedarme callada

Estoy hablando de las uniones civiles homosexuales. Nótese que me refiero a uniones civiles y no matrimonios, porque ahí considero que se encuentra parte del problema que crea los conflictos.

Muchos defienden el matrimonio como acto de unión ante Dios de un hombre y una mujer para la procreación de hijos, fin primordial según la Iglesia Católica. Pero lo que los homosexuales desean es la unión civil, la reclamación de sus derechos como seres humanos y parte de esta sociedad.

Un amigo me comentó que votará NO en el referéndum de diciembre porque “no quiero que mis hijos vean a dos hombres caminando por la calle de la mano”… ¿Acaso esto es lo que las parejas homosexuales reclaman? Unidos legalmente o no pueden hacerlo así que votar NO en un sufragio discriminatorio no lo evitará. La comunidad homosexual existe, y aunque sea una minoría, se hace presente.

Me parece un pensamiento retrógrado que una mayoría sea la responsable de elegir si otras personas tienen el derecho de ir a visitar a su pareja al hospital o heredar sus bienes, por ejemplo.

Ponerse en los zapatos de otras personas en la mejor forma de hacer conciencia, y no pensemos en que sentiríamos todos si somos homosexuales; imaginémonos otras minorías, ¿Qué haría usted si fuera una persona negra, o pelirroja o vegetariana y estuviera en las manos de otras personas el que usted puede disfrutar o no de sus derechos como parte de una sociedad?

La unión civil de las parejas del mismo sexo afectaría en lo más mínimo a los matrimonios heterosexuales. Si existiera esa utopía y el día de las elecciones municipales el porcentaje de votos del SI sobrepasara a los del NO, nuestra vida no cambiaría; seguiríamos con los mismos problemas, mismas alegrías, el sol no dejará de salir por las mañanas y los que podamos, dormiremos tranquilos por las noches. Pero la vida si cambiara para esas parejas que llevan años conviviendo y que finalmente pueden unirse y gozar juntos de sus derechos.

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